Operación púnica

J. L. Gamallo. Con la curiosa y culta denominación de "Operación púnica" se ha llamado la redada realizada el lunes en Madrid contra diversos alcaldes de diferentes localidades madrileñas, acusado de corrupción y enriquecimiento personal, e incluyendo además la que fuera consejero de Presidencia con Esperanza Aguirre, Francisco Granados. Después del escándalo de las tarjetas negras de Caja Madrid, parecía que no podría darse en tan poquístimo tiempo otra caso de corrupción, pues no era imposible. El lunes se daba cuenta de la inmensa redada, dirigida por el juez Eloy Velasco, donde fueron detenidos cerca de medio centenar de personas, destacando los alcaldes de Parla, Collado Villalba, Torrejón de Velasco, Valdemor, el presidente de la diputación de León, y el Granados, que puede considerarse el detenido estelar, a los cuales les chorreaba el cobro de comisiones y las cuentas en Suiza por los cuatro costados. Una empresa francesa, Cofely, dedicada a la eficiencia energética, parece que era la beneficiaria de los contratos millonarios realizados con estos municipios. Aunque la mayor parte de los ediles detenidos eran del PP, el de Parla es del PSOE, y estrechamente ligado a su predecesor en el cargo, Tomás Gómez, el principal diriginte de la comunidad madrileña, y muy unido a su sucesor en la alcaldía parleña. Parece que todo estaba organizado para el enriquecimiento personal de loas detenidos y no para financiar a sus partidos respectivos. Tanto Esperanza Aguirre, como Rajoy y Gómez no han tenido más remedio que pedir disculpas públicas por lo ocurrido, que es de máxima gravedad. Los más afectados en ese sentido han sido Esperanza Aguirre y Tomás Gómez, ya que los detenidos han sido personas de su total confianza. Si quedaba alguna duda sobre el nivel de corrupción, esta se ha disipado por completo. Si todo o casi todo lo que se ha publicado en la prensa es cierto, el nivel de la corrupción ha sido muy grande, incluyéndose grandes mansiones, coches de alta gama y viajes y cacerías de lujo. No les faltaba de nada. Después de lo descubierto en Madrid, quien sabe que nuevas sorpresas pueden seguir descubriéndose en el proceloso mundo de la corrupción política. Parece que como si para algunos o bastantes la vocación de servicio público es sólo un medio para medrar y enriqueceser.