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Toledo, ciudad imperial. Crisol de la raza hispana
J. L. Gamallo. Desde que en 1992 entrara en funcionamiento el tren de alta velocidad, popularmente conocido con el acrostico de AVE, de manera progresiva toda una red de estos trenes rapidísimos han ido poniendo en comunicación a Madrid con otra serie de ciudades españolas, como Valencia, Zaragoza, Barcelona, etc. Uno de estos enlaces, especialmente interesante para los turistas que vienen a Madrid, se inauguró en el año 2005: la línea que une Madrid con Toledo, y que permite llegar a esta ciudad tan importante en la historia de España en poco menos de media hora desde la estación Puerta de Atocha, a 10 minutos andando desde el hostal. Si no se viene a Madrid demasiado apretado de tiempo, dedicar un día a Toledo será una experiencia absolutamente inolvidable.
Toledo es realmente inabarcable para una sola jornada, pero pasear por sus callejuelas llenas de sabor, con rincones inolvidables en cada esquina, iglesias de todos los estilos y todas las épocas, conventos, palacios, casas solariegas, etc., es altamente recomendable, y acaso visitar alguno de sus monumentos más signficativos. Ciudad museo toda ella, ligada a la figura del El Greco y Alfonso X, fundador de la famosa Escuela de Traductores, será dificil sentirse solo, pues la afluencia de visitantes es enorme. El otoño es un momento mágico para disfrutarla.
En Toledo transcurre la cervantina novela ejemplar "La ilustre fregona", en la que está basada la zarzuela de ambiente toledano "El huésped del Sevilla", del maestro Jacinto Guerrero. Toledo ocupa una estratégica situación en un cerro, bordeada por el Tajo, que ha sido una se sus señas de identidad. Su importancia fue vista enseguida por los romanos, luegos los visigodos, donde establecieron su capital, los moros, y los cristianos. En Toledo se produce una extraordinaria simbiosis cultura y religiosa, donde cada momento de la Historia dejó su impronta y su sello.
En su avance hacia el sur para expulsar a los invasores musulmanes, la conquista de Toledo, la capital de la Hispania de los visigodos era como una obsesión que permitiría a los reyes leoneses adquirir la supremacia histórica frente a los otros reyes cristianos de la península. Hacer un resumen de la historia de Toledo y su sginificado, no tendría mucho sentido aquí, pero conviene recordar que en esta por lo menos bimilenaria polis, en el año 589 durante la celebración del III Concilio de Toledo, el rey Recaredo abjura de la herejía arriana, conviertiendo la religión católica en la oficial del reino, sucesos trascendental para toda nuestra historia posterior. Intentar abarcar todo Toledo es una empresa compleja, de manera que quiero aconsejar algunos lugares que merecería la pena ver si sólo se cuenta con un día.
Si se va en coche propio, por la mañana conviene bordear Toledo por la ronda y tener unas vistas de Toledo magníficas, que se ofrece con una maqueta soberbia, inverosímil, excepcional, con su complejo sistema de murallas, siendo el río Tajo uno de sus elemento. En este breve periplo conviene parar para pasear por el Puente Fortificado de San Martín, situado a los piés del monasterio de San Juan de los Reyes, con dos torres defensivas, la oriental, del siglo XIII, y la occidental, del XVI, con un gran blasón imperial. El Alcázar, la catedral, San Ildefonso, torres, campanarios, se acumulan ante nuestros ojos.
Ya en Toledo es necesario discriminar. Los dos edificos más importantes tanto histórica como artísticamente son la catedral y el Alcázar, pero su visita casi consumiría la jornada, de manera que lo mejor sería limitarse a verlos en su exterior, a pesar de su excepcionalidad.
Viniendo en coche desde Madrid Toledo nos recibe con la majestuosa Puerta de Bisagra (1550), culminada con un gigantesco escudo con las armas de la ciudad, que tapa la llamada Puerta Vieja de Bisagra. La subida por la calle Real del Arrabal hacia Zocodover permite admirar la iglesia gótico mudéjar de Santiago del Arrabal (siglo XIII), la Puerta del Sol (construida en el siglo XIV por los caballeros de San Juan de Jersualén, que comunicaba la medina con arrabal), y la iglesia (antigua mezquita) del Cristo de la Luz.
Disfrutando de unas excelentes vista del Arrabal, se llega a la plaza de Zocodover, el centro de la vida ciudana, recordando que aquí hay una maravillosa pastelería, especializada en esa exquisitez denominada mazapán de Toledo.
Cruzando por el Arco de la Sangre, por la calle Cervantes se llega a una de sus joyas renacentistas, en su versión plateresca (1504-1524), el Hospital de Santa Cruz, ahora convertido en Museo de Bellas Artes y Arqueología, obra cumbre de Alonso de Covarrubias.
Aparte de la colección, en el interior destaca el Patio Noble, de doble cuerpos. y la escalera monumental. Para conocer la vida comercial nada mejor que recorrer la calle Comercio y la calle Hombre de Palo. El exterior de la catedral primada de España es soberbio, una sinfonía de pináculos y encajes pétreos. Enfrente se alza el Ayuntamiento, de estilo renacentista.
Una iglesia de una "grandiosidad" romana es la de San Ildefonso o San Juan Bautista, perteneciente a la Compañía de Jesús, inspirada en el Gesú romano; cuenta con su soberbia fachada, dividia en dos cuerpos. El ascenso a las torres permite gozar de unas vistas insospechadas de la ciudad y su conjunto urbanìstico.
Conviene retroceder a la catedral, para ir a Santo Tomé, donde se puede admirar ellienzo de El entierro del conde de Orgaz, acaso la obra más famosa de El Greco, y por la calle San Juan de Dios, pasar por la casa del Greco, que evidentemente no era la casa del Greco, sino una reconstrucción de una casa de la época, y dirigirse a las sinagogas, la del Tránsito (hoy museo Sefardí) y santa María la Blanca, ambas de estilo mudéjar.
Al final de la calle de los Reyes Católicos, elevándose sobre el Tajo, se yergue el Monasterio de san Juan de los Reyes, construido por los Reyes Católicos para conmemorar su victoria en la batalla de Toro (1476), y como su futuro panteón.
Es un destacadísimo ejemplo del llamado gótico isabel, con profusa decoración heráldica. En el muro norte está el claustro, de exuberante oranemtación. Las cadenas que cuelgan en el exterior son de los cautivos liberados por el rey don Fernando en Málaga y Almería.
Siguiendo por la calle se llega a la Puerta del Cambrón, la actual de estilo renacentista (1576), que es posible atravesarla en coche. Desde aquí hay que coger a la derecha y recorrer el Paseo de Recaredo, que bordea el lienzo septentrional de la muralla, justo en la parte en que Toledo da al campo, y era la más indefensa.
Fue reconstruida por Alfonso VI, que conquistó la ciudad a los moros. Al final está la gran Puerta de Bisagra. Si aún se tienen fuerzas, en el Arrabal, en la carretera de Madrid, está el Hospital de San Juan Bautista, fundado (1542) por el cardenal Tavera. Es un edificio grandioso, pero más severo y clásico que el de Santa Cruz.
En su diseño intervinieron Bustamente, Covarrubias y los Vergara. El edificio se organiza entorno a un doble patio. La iglesia presenta ya la transciión del renacimiento al barroco; en el crucero está el sepulcro del cardenal Tavera, obra maestra de Berruguete.
Llegado el atardecer lo mejor es ir al Parador Nacional del Conde de Orgaz, en la zona de los cigarrales, a tomar una colación reconfortante en su amplia terraza, desde cual el sol extiende sus últimos reflejos sobre la Toledo milenaria.
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