La procesión de San Cayetano por El Rastro de Madrid

J. L. Gamallo. Junto con San Lorenzo y la Paloma, la de San Cayetano forma una de las partes del trío devocional que que se festeja durante el caluroso mes de agosto madrileño en la zona más auténticamente madrileña, El Rastro, Cascorro, Embajadores. en esta calle se ubica la iglesia de San Cayetano, con una bella fachada barroca de pedro de Ribera, donde estuvo la casa profesa de la orden de los teatinos. El mismo 19 de julio de 1936 fue pasto de las llamas.

Afortunadamente todo eso ya es sólo casi recuerdo y forma parte del pasado. En la actualidad la festividad de san Cayetano sigue gonzado del favor de los madrileños, y al ser el santo de los desempleados y de los que buscan trabajo es normal que se busque su intercesión y su protección en estos momentos de crisis.

El 7 de agosto sale en procesión por las calles que bordean El Rastro, acompañado en su procesionar por miles de devotos, así como de las imprescindibles asociaciones de castizos que en ese día visten sus mejores galas para acompañar al Santo. Es una lástima que las generaciones más recientes de madrileñas no se vistan en estas ocasiones con el traje, más o menos, típico de estas celebraciones, pues su bellleza se ve realzada y acrecida.

No hay más que ver a las castizas, ya de una generosa edad, que desfilan en la procesión. Algunas chulapas llevan magníficos mantones de Manila con espectaculares bordados. Es un buen momento para darse un baño de casticidad.

Como ya es habitual también participan Don Hilarión, flanqueado por la Casta y la Susana de este año, dos jóvenes de garbo y salero. El mejor sitio para disfrutar de la procesión es en la plaza de Cascorro, donde se agolpa el mayor número de devotos y curiosos. Además ese es ya el final de la procesión, cuando la banda ataca algún brioso pasodoble y antes de enfilar la calle Embajadores, hacia la iglesia, el paso se detiene y las flores que adornan el paso se entregan a los devotos, que "luchan" denodadamente para coseguir alguna de las mismas.

Bueno, y si no se consiguen este año, el próximo será otra buena ocasión. Después se puede dar una vuelta por las calles adyacentes para degustar alguna tapa, acompañada de la refrescante sangría, o un chocolate con churros, y comprar algunos barquillos.