Abdicación real

J. L. Gamallo. El lunes, los españoles y por ende, los madrileños, nos despertábamos con una noticia sorprendente, y que en pocos minutos daba la vuelta al mundo: la Majestad Católica del Rey de España, Juan Carlos I, abdicaba de la corona, que pasaba a su hijo y heredero, el Príncipe de Asturias, que habrá de reinar con el nombre de Felipe VI. La notica y los comentarios a la abdicación real corrieron y surgieron como un reguero trepidante de pólvora. Se han hecho análisis pormenorizados sobre los posibles motivos de la abdicación, si era ahora un buen momento, si debía haber sido antes o después, etc. Una historia casi interminable y que habrá de seguir hablando. Rápidamente aparecieron también los epígonos del republicanismo exigiendo un referéndum sobre monarquía o república. Una muestra de la bondad del actual sistema monárquico, es que los nostálgicos de la república se pudieron manifestar sin problemas en la Puerta del Sol. Pero comprobando el grado de sectarismo e intolerancia que siguen poniendo de manifiesto, esperemos que nunca se haga realidad. Supongo que al Rey le tiene que haber costado haber dado el paso de la abdicación, teniendo en cuenta los problemas familiares y personales a los que ha tenido que hacer frente en los últimos años, el paso no ha tenido que ser fácil. Habrá sido muy meditado y estudiado tanto por la Zarzuela, como por el gobierno y la oposición socialista. El indudable deterioro físico también debe haber sido tenido muy encuenta. Independientemente de las razones, la figura de Don Juan Carlos I entrará en la historia por la puerta grande, como la figura señara que hizo posible la transición de un sistema dictatorial a otro plenamente democrático, y eso no se lo podrá negar nadie.