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A la sombra de los almendros en flor. Explosión cromática en la Quinta de los Molinos
J. L. Gamallo. De una manera u otra nos hemos imaginado como pudo ser el aspecto del Edén bíblico, pues en estos días en Madrid cualquiera que se acerca a la Quinta de los Molinos, al final de la calle de Alcalá, y contemplar la extrordinaria y espectacular floración de unos 5000 almendros, podría hacerse una idea tangible de los que pudo ser el paraiso terrenal.
La finca, que perteneciera al conde de Torre Arias, fue transformada por el arquitecto César Botí en un parque y una finca, donde plantó un gran variedad de plantas mediterráneas, resistentes a la sequía, como olivos y sobre todo almendros, que cuando florecen en estos días, convierte al parque en un foco de atracción para todos los madrileños y visitantes amantes de la natureleza y la jardinería. Miles de almendros, en alineación perfecta, nos ofrecen un inesperado espectáculo cromático y olfativo.
Además el parque ofrece para nuestro disfrute relajado el resto de sus especies, pinos carrascos, eucaliptos, cedros, ets. Compitiendo en belleza y colorido, despliegan sus floraciones de intensísimo amarillo, las mimosas, que se despliegan en amplios macizos entre las hileras de almendros. Después de esta sobredosis de cromatismo olfativo, conviene ir hacia la parte final del parque, bordear el lago y los estanques, y ver los molinos que extraían el agua para regar los jardines. Además, el tiempo tan benignísimo que tiene Madrid estos días, hará de la visita a la Quinta una experiencia inolvidable.
El parque es como una isla de sosiego y tranquilidad, a donde llegan lejanamente los ecos del intenso tráfico de la calle de Alcalá y de la Avenida de América. Se oye el trinar de las aves, conversaciones musitadas de los visitantes, algún ladrido de las las mascotas. Ciertamente, los fines de semana que coinciden con la floración es cuando la visita se vuelve algo menos atractiva, ya que es cuando el parque recibe el mayor número de personas deseosas de disfrutar del soberbio panorama de los almendros en flor, pero aún se puede pasear casi sin agobios.
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