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La mujer de Coslada ¿Venus en la periferia?
J. L. Gamallo. En los años 60 y 70 del siglo XX buena parte de las pequeñas localidades en las proximidades de Madrid tuvieron un crecimiento desmesurado y anárquico para acoger a las masas de emigrantes, que principalmente de Extremadura y Andalucía, buscaban trabajo en la capital. Como se puede comprender fácilmente estos pueblos se conviertieron en las denostadas ciudades dormitorio, sin ningún atractivo urbanísitico que hiciera atractiva su visita turística. Eran una sucesión horripilante de bloques desmesurados sin ninguna gracia, con calles la mayoría estrechas y atestadas de coches.
Nombres como Móstoles, Leganés, Getafe, Parla, eran sinónimos de fealdad y ausencia de gusto. A partir de los años noventa las cosas empezaron a cambiar y los ayuntamientos consideraron que era una buena cosa intentar introducir en el paisaje urbano elementos decorativos de calidad, no siempre realizados con éxito. Una de las ciudades que se llevaba la palma en cuanto a horripilancia era Coslada, en el norte de Madrid, y además cerca del aeropuerto, con lo que se unían la contaminación visual y la acústica. Muy pocos madrileños han visitado Coslada, si no vivían allí, salvo que quisieran alguna noche de marcha desenfrenada, dadan la existencia de discotecas bacaladeras en la zona, como la famosa Paladium, recreaciá macarra de la Maison Carrée de Nimes.
Los munícipes cosladiense han intentado salvar algo del mal nombre de Coslada, donde otros elementos poco edificiantes, la habían llevado a las primeras páginas de la información escandalos, y en la que se conoce como Rambla de Coslada en una de sus glorietas han colocado una espectacular estatua broncinea del artistqa hiperealista Antonio López. No se trata, por tanto, del típico amasijo de hierro tan al uso de estos momentos, sino la escultura de un gigantesco busto femenino, de cinco metros de alto y cuatro de ancho. Desde luego se trata de una aportación artística de alto nivel, que merecería acercarse a Coslada para disfrutar de la misma. El entorno aún deja un poco que desear, en un lado tiene una gasolinera, y gran descampado donde aparcan coches, y un fonde de bloques sesenteros, por el otro se está construyendo una gran edificio de buena calidad.
El coste ha sido motivo de alguna polémica (450000 €), pero también es gratificante contemplar objetos hermosos en un espacio tan poco atractivo como es Coslada. La mujer, desnuda, se orienta al orto heliaco, y parece como despertar de un sueño, como si una nueva Venus-Afrodita periférica volviera a nacer, lejos de las orillas chipriotas, ahora en un mar de asfalto y hormigón, dispuesta a traer la belleza y la hermosura a este pueblo, donde el arte parecía haber huido.
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