El mercado de San Antón. Gastronomía sibarítica en el corazón del barrio de Chueca.

J. L. Gamallo. Una de las instituciones más importantes para la alimentación de los madrileños, eran los populares mercados de abastos, ubicados en lugares más o menos estratégicos de los barrios capitalinos, a donde nuestras madres y abuelas acudían casi todos los días para hacer la "compra" con la que poder hacer la comida diaria. Pero con el paso del tiempo y los cambios de las costumbres, estos mercados empezaron a languidecer.

Las mujeres ya no podían ni pueden hacer la compra todos los días, hay que comprar para toda la semana o todo el mes, con lo que es preciso ir en coche, y normalmente estos mercados carecen de lugares para aparcar, además muchas barriadas del centro se fueron despoblando. Los grandes centros comerciales de la periferia, con amplios aparcamientos y con todo tipo de tentación se llevaban el gato de la compra al agua. Ante esta situación, el Ayuntamiento inició un plan de recuperación de estos mercados, reformándolos o haciéndolos de nuevo, con aparcamientos y una nueva orientación mercantil adaptada a las nuevas circunstancias, convirtiéndose en centros gastronómicos de comida selecta, unido a establecimientos donde se pudiera consumir lo que se compraba en el puesto de al lado.

El primero de los mercados reformados ha sido el histórico de San Miguel, aunque se ha transformado básicamente en un lugar para tomar tapas. El segundo ha sido el de San Antón, en la calle de Augusto Figueroa, junto a la plaza de Chueca, un barrio completamente de moda, lleno de tiendas de diseños vaguardsitas, restaurantes, bares, sitios de tapeo, etc.

Uno de los lugares favoritos para turistas que buscan moda vanguardista, y tomarse un respiro en alguno de los muchos bares y restaurantes que pueblan el barrio.Aquí se ha optado por hacer un mercado de nueva planta. con un amplio aparcamiento. El mercado tiene tres plantas, la primera es un hipercor, y encima hay otras dos plantas, que son las interesantes para los sibaritas. En, digamos, la segunda, dispuesta en un patio central está lo que se podría considerar un mercado de toda la vida, con su frutería, su carnicería, pescadería, charcutería, etc. Pero todo de primera calidad. Y además los precios son bastante asequibles.

Para los amantes del cerdo ibérico la charcutería tiene unos jamones increibles, en la pescadería, hay un marisco que quita la respiración. En la carnicería los cortes son excepcionales. En la frutería también hay una sección de agricultra ecológica. Los golosos pueden disfrutar de una variadísima gama de pasteles, helados y zumos naturales. Encima está la planta con toda una serie de establecimientos de comida gourmet: japonesa (el sushi es inevitable), italiana, griega, taberna española, pastelería-heladería. Aquí hay una terraza barbacoa donde pueden preparte un filete que te hayas comprado en la carnicería. O en la charcutería comprar un selección de ibéricos y una tabla de quesos (a precio de mercado) y tomársela en alguno de los bares de la planta superior, mientras se contempla la animación reinante. Un lugar de visita agradable, para disfrutar de exquisiteces y diversas delicias a cual más estupenda.