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El Real Sitio de El Pardo
J. L. Gamallo. Por desgracia, en los tiempos actuales, el viajero suele andar escaso de tiempo cuando va a visitar sitios y ciudades, y se tiene que limitar a conocer a determinados sitios significativos, obviando, lógicamente la mayoría de ellos. Madrid, lógicamente, no es una excepción. En los alrededores de Madrid hay varios lugares que el viajero curioso debería de conocer, y uno de ellos, a sólo 8 km de la villa y corte, es el Real Sitio de El Pardo, ubicado en una de las maravillas de la naturaleza de España.
El bosque del Pardo, entorno ecológico y medioambiental excepcional, uno de los pocos bosques mediterráneos que quedan en el centro de España, un oasis de castaños, y sobre todo de encinas, con una extensión de unas 16.000 hectáreas.
Este extraordinario paraje ha sobrevivido hasta el siglo XXI gracias a que desde la Edad Medida fue cazadero real, y el principal atractivo que tenía Madríd para los monarcas castellanos y españoles. La caza, cuando no había guerra, era la aficción de reyes y aristócratas. El Pardo era, y es, un coto privilegiado de caza mayor, donde abundan jabalíes y gamos. El viajero que vaya al Pardo podrá disfrutar, aparte de un paraja ecobiológica de primera categoría, de un pequeño conjunto de bellos palacios, construidos por los reyes de España para la vida de la corte, aquí instalada durante los meses de enero-marzo, cuando la temporada de caza. El principal es el mismo Palacio del Pardo, cuyo núcleo principal fue construido por Carlos I, como se puede leer en la inscripción de la entrada de acceso de la fachada lateral, según planos de Luis de la Vega,
Sobre una primitiva construción que databa de la época de Enrique III de Castilla. Las obras siguieron con Felipe II. Con Carlos III el Palacio adquiere su fisonomía y decoración actual, un bella muestra de decoración y ornamentación barroca, rococó, neoclásica e isabelina. Aquí murio Alfonso XII en 1885. Hasta su muerte en 1975 fue la residencia oficial de Francisco Franco. El recorrido por el pueblo. formado entorno al Palacio, es muy agradable.
También conviene visitar la denominada Casita del Príncipe, pequeño y encantador palacete neoclásico, y exquisita, decoración pompeya,según planos de Villanueva, que Carlos III mandó construir (1784) para los Príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y María Luisa de Parma. La casita tiene un pequeño jardín francés.
No hay que dejar de visitar el convento de los Padres Capuchinos,que data de la época de Felipe III, que aunque el actual es de factura moderna, en su interior se puede admirar el excepcional Cristo yacente de Gregorio Fernández, obra cumbre de la imaginería barroca.
Antes de llegar al Pardo, por la carretera de Marid, está la Quinta del Duque de Arcos, donada a Fernando Vi en 1745, un interesante y bello conjunto palatino y paisajistico, integrado por un palacete decorado en época de Fernando VII e Isabel II, y un jardín francés con estanques, fuentes y cascadas. En la terraza central se elevan dos impresionantes secuoyas.
Por último conviene visitar alguno de los restaurantes y tabernas de El Pardo y degustar alguna de las especialidades cinegáticas del monte, jabalí, gamo o conejo.
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