Madrid, villa y corte de Felipe VI

J. L. Gamallo. esde que Felipe II se fijo en Madrid para convertirla en capital de su Imperio y sede de su corte, produjo un cambio en la historia y la existencia de la humilde villa carpetana. Y durante muchos siglos Madrid, fue eso, la sede de la corte del Rey de España, el lugar de residencia del rey, sus nobles y funcionarios el marco donde se desarrollaba la vida de la corte, con su etiqueta y su boato, el escenario para las grandes celebraciones de la monarquía hispánica. Y se puede decir que hasta casi el siglo XX, Madrid fue eso, una ciudad burocrática, donde vivía el rey, con sus cortesanos y los diferentes órganos de gobierno. Esta situación cambió con la llegada de la II República, la Guerra Civil y el gobierno de FRanco. Madrid se convirtió en un fuerte polo de atracción emigratoria de muchas zonas de España, especialmente de Extremadura y Andalucía. Y Madrid comenzó a crecer y a crecer, y a veces de una manera no demasiado racional.En 1975, a la muerte de Franco, volvía un Rey a residir en Madrid, Juan Carlos I, nieto de Alfonso XIII. Pero ya quedó claro que el nuevo rey no iba a revivir el esplendor de la corte de su abuelo, y que no iba a vivir en el Palacio Real. Ayer, 19 de julio, Madrid revivió tímidamente el esplendor de las celebraciones regias. ERa proclamado en el Palacio de Cortes como rey de España Felipe VI. Es preciso decir que fue una ceremonia contenidad, con el mínimo de etiqueta y fasto. Pero Madrid prestó el esplendor de su centro histórico, adornado con gallardetes y banderas españolas, para que la vistosa comitiva regia se trasladase desde el Palacio de la Cortes hasta el Palacio Real, donde se celebraría el besamanos y discreta recepción posterior. El nuevo rey y su familia se asomaron al balcón central para saludar a los miles de madrileños, que se había congregado para hacerles patentes su adhesión en el día de su proclamación real. Es cierto que los partidarios de la república intentaron manifestar su ruidosa protesta en ese día, pero la cosa lo pasó de algo meramente testimonial.En un día espléndido, Madrid se convirtió en centro de atención de las noticias informativas de todo el mundo. La televisión permitió asistir a los diferentes actos de la proclamación en las Cortes y el Palacio REal. El nuevo rey y su familia traen para todos los españoles un mensaje de esperanza y consenso.