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Ikebana. El exquisito arte floral japonés
J. L. Gamallo. Hace unos pocos, yendo por la calle León con destino al Retiro, en un local junto al Ateneo, muy cerca del Hostal Horizonte, había una actividad mayor de la esperable un lunes por la tarde, al acercarme para curiosear mi sorpresa cuando comprobé que era el día de la inauguración de una exposición de Ikebana, el maravilloso arte floral japones. La muestra estaba organizada por la Escuela Enshu en España, que celebraba así su cuadragésimo aniversario, dentro del marco de las conmemoraciones de los 400 años de relaciones España-Japón. Por desgracia ese día la exposición sólo era accesible mediante invitación, y sólo estaría cuatro días dado el carácter tan efímero y delicado de los materiales.
Un par de días después me acerqué para ver tan singular conjunto de pequeñas "esculturas" vegetales. Y quedé maravillado de lo que vi, si bien los bonsais están muy popularizados, el ikebana (que sería algo así como "flor colocada viva") es algo raro y desconocido entre nosotros. Y aunque pudiera parecer algo "superficial" parece que el ikebana tiene un origen religioso, y en Japón es algo tan importante como la tradicional ceremonia del te. Y dado el carácter efímero de las composiciones no tiene raro el mensaje filosófico, la fugacidad de la vida. Es algo muy diferente a nuestros prolíficos ramos de flores, en el ikebana se opta por el minimalismo y la composición de todos los elementos, incluida la maceta o el soporte que se elija. Por lo que vi se emple alguna flor, algunas ramas con hojas y algunas otras sin hojas. El artista, como si fuera un escultor que trabajara con materiales orgánicos, debe atender a la armonía y la pureza de la forma compositiva, y utilizando muy escasos elementos, buscando la mayor elegancia y depuración de las líneas. La estructura del arreglo floral japonés se basa en un triángulo escaleno, definada por tres puntos principales, en general ramas, que simbolizarín la conjunción del hombre, el cielo y la tierra. Como era la primera exposición que veía de ikebana no puedo comparar con otras, pero tengo que decir que me gustó mucho, y esas sencillas y a la vez complejas formas estaban llenas de belleza y de sensibilidad, la contemplación en silencio es también muy importante para captar la transcendencia de esos elementos de la naturaleza tan sabiamente conjuntados.
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