El "escrache"

J. L. Gamallo. Se podría decir que de manera casi continuada nuevas palabras o palabros aparecen o surgen el el habla contidiana, están de moda una temporada y luego muchas veces desaparecen y caen en el olvido. Algunas tienen hasta el honor de ser recogidas por el diccionario de la Real Academia, tales como billonario, chat, bloguero, emplatar, espanglish, friki, manga, sudoku o gayumbos, por sólo poner algunos ejemplos de las últimas admisiones académicas; las procedencias son varias, del inglés, del lenguaje coloquial, del japonés, o nuevas formaciones a partir de palabras ya existente. Una nueva acaba de añadirse al lenguaje y la información diarias, y en un contexto, se podría decir, poco festivo. Ésta es "escrache", vocablo procedente de Hispanoamerica, y aparte de los orígenes del palabro, cometido para filólógos y lingüistas, nos interesa más su significado, que se refiere a un grupo de personas que con pancartas o algún otro elementos percutivo, en son pacífico, se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien al que se le quiere hacer llegar su descontento. La cosa empezó su andadura en Argentina hacia 1995 cuando el grupo de derechos humanos HIJOS usó esta práctica para denunciar a los acusados de la dictadura militar amnistiados por el presiente Menen. En España su aparición es reciente, y está empleada por grupos opuestos a los deshaucios, y el objetos de sus protestas son políticos del PP, en sus más variadas jerarquías, desde concejales, hasta ministros e incluso el propio Presidente de las Cortes se ha visto sometido a esta práctica inmidatoria. El PSOE, que durante el mandato de Zapatero se hicieron muchos deshaucios, y se negó a la dación en pago, ha dicho un si pero no, nadar y guardar la ropa. No le parece bien que se acose a los políticos, faltaría más, pero que tampoco se puede demonizar a los grupos que realizan el escrache. La cuadratura del círculo vamos. Es una práctica que hay que cogerla con pinzas, pues de la manifestación más o menos pacífica a la más o menos violenta hay escasa distancia. Los escrachantes se han molestado mucho cuando se les ha comparado con los nazis que escrachaban a los judíos y adversarios políticos.