La basílica pontificia de San Miguel

J. L. Gamallo. Uno de los lugares de Madrid para pasear es la zona que habitualmente se demona "Madrid de los Austrias", es decir la parte de Madrid que se fue formando durante el siglo y medio que la villa y corte se fue desarrollando y se convirtió en la capital de un Imperio mundial. De aquella época se conservan algunos monumentos señeros, destacando sobre todos ellos la Plaza Mayor, edificada sobre la antigua plaza del arrabal, la plaza de la Villa con el ayuntamiento, la mayoría del trazado de las calles alrededor de las calles Mayor y Segovia, algunas iglesias, de ese momento o un poco más tardía. 

Entre esas dos calles corre una de las vías más bellas y evocadoras de Madrid, la calle del Sacramento, donde parece haberse conservado el ambiente de épocas pretéritas y evocadoras, conservándose algunas casas de aspecto nobiliario, el palacio arzobispal, y dos de las más bellas iglesias de Madrid, la del Sacramento, al final de la calle, y la de pontificia de San Miguel, al lado de la nunciatura apostólica, de ahí su adjetivo. 

Se la puede considerar como una de las iglesias más borrominianas de la villa y corte, tanto en su diseño como en su decoración. Su fachada convexa, una de las más originales de Madrid, se eleva a gran altura sobre la estrechez de la calle, lo que un efecto muy teatral aumenta su noción de la verticalidad y sus dimensiones.

Sobre la una iglesia la de los mártires complutenses Justo y Pastor, que se incendió a fines del siglo XVII, el cardenal infante toledano Luis Alfonso de Borbón dispuso la construcción de un nuevo templo, según planos de Santiago Bonavia y Virgilio Rabaglio. La fachada es singularmente llamativa, rematada con dos torres y un frontón curvo.

Su interior está espléndidamente adornado con diversos grupos escultóricos. El bronce y el mármol se entremezclan en armonía y belleza. Conviene disfrutar detenidamente de todos diferentes elementos que se asocian con la tensión barroca de las formas y los espacios, lo cóncavo y lo convexo. Las bóvedas de la naves representan la apoteosis celestial de los santos Justo y Pastor.

En la cúpula se representa su martirio. De esta iglesia basilical, sede de la Hermandad de los Estudiantes, sale al atardecer del domingo de Ramos, la primera procesión de la Semana Santa madrileña, saliendo el Santísimo Cristo de la Fe y del Perdón (siglo XVIII), recorriendo en la noche madrileñas las angostas calles del Madrid de los Austrias.