Meños a lo bruto (poligoneras en Versalles)

J. L. Gamallo.- En una memorable película de 1964, "My fair lady", de G. Cuckorr, protagonizada por Audrey Hepburn y Rex Harrison, éste en el papel del megapijo filólogo Henry Higgins, a la salida del Covent Garden tropieza con la ordinaria y suburbial florista Eliza Doolittle (la Hepburn). Se apuesta con su amigo el Coronel Pickering que en seis meses será capaz en convetir a aquella desharrapada en una dama de la alta sociedad. Aunque la Hepburn como chica ordinaria y de vocabulario "patibulario" no resultaba demasiado creible, como dama exquisita, y con unos modelazos de impresión no podía estar mas en su papel. En los últimos años en la TV han proliferado programas donde una serie de seres, elegidos ad hoc "conviven" mostrando a los sufrividentes, lo peor de la condición humana, en una cruda muestra del naturalismo más visceral. procaz, soez y "guarro".que se pueda imaginar En este sentido "Gran hermano" puede exigir, con toda la justicia, ser el programa que alcanzó las mayores cotas de mal gusto y ordinariez. Sus concursantes en Versalles hubieran ocupado un nivel inferior al de los animales de las caballerizas reales. Como olvidar a Inma, o a la legionaria. Son como productos de una pesadilla. En un tour de force que parece sorprendente en Telecinco, un giro radical para sus aficciones, se han sacado de la manga un "nuevo" (bueno copia de otro que ya existía, nihil novum sub sole) concurso: "Las joyas de la corona", donde 12 nuevos y nuevas "elizasdoolittles" de "banlieu" deben abandonar sus zafios modales de albañal y poder entrar en la Galería de los Espejos versallesca de la palabra culta y las buenas costumbres. La realidad superando a la ficción. La directora de esta peculiar academia, nada platónica, será la ubicua Carmen Lomana, en el papel de Henry Higgins, que ha devenido a convertirse de la noche a la mañana en catedrática del conocimiento difuso y feble, profesora del pensamiento delicuescente y vestal de la sapiencia insulsa. Los méritos para tamaña empresa no es seguro donde los habrá adquirado, pues más que nada parece una hetaira de altísima clase. No hay pruebas de que distinga el gótico flamígero del cubismo, o la segunda escuela de Viena del hiphop. Pero allá cada uno con lo suyo. Quien deberia estar completamente alarmado y llevándose las manos a los pocos pelos que le quedan es el ministro de Educación del gobierno de Zapatero, el hermano de Iñaki Gabilondo (de verdad, un hombre de gran cultura) al contemplar el grupo de los "castinados". Si de verdad son así, es dificil que se haya podido elegir mejor. Sin son el producto de nuestro sistema educativo el ministro tiene que tomar medidas muy drásticas ya. La ignorancia, mala educación, zafiedad y demás vicios de los que hacen gala convierten a "Audrey Dolittle" en la marquise du Sablé. No tienen aspecto de que ni siquiera hayan obtenido el graduado escolar en Burkina Fasso. Para tal y descomunal empeño la señora Lomana, que lo que mejor sabe hacer es combinar los complementos, y los zapatos con el vestido, además de tener una peculiar forma de expresarse, en lo que que existe un acuerdo generalizado, necesitaría la ayuda de Castelar, Menéndez Pelayo y Pidal, García y Bellido, Modesto de Lafuente, Sebastián Marine, Santiago Montero, y toda la pléyade de nuestros mejores humanistas y maestros, para salir airosa en tan difícil tarea. Cabe la posibilidad de que consiga enseñar a sus discentes a utilizar la paleta de pescado, a distinguir el vino tinto del blanco, y a moderar alguna de sus expresiones más rutilantes, tipo "me suda la polla" o "joder, tía", pero sus cabezas, a estas alturas es imposible que las cambie. De todas formas la cosas se promete divertida, y siempre quedará "My fair lady", una ficción más bella que la realidad, afortunadamente.